La solución es independiente del problema
Desde nuestros primeros problemas de matemáticas allá en
nuestra lejana infancia nos crearon una creencia que dice que para alcanzar la
solución hemos de analizar y resolver el problema. Tan lógico es esa
aproximación que el título de este post te
ha de parecer, de nuevo, un desvarío.
Decía el sabio Manolito Gafotas que… “puede que si… puede que no”.
Que los humanos somos de pensamiento unidireccional no es un secreto, que no vemos más allá de
donde queremos mirar tampoco lo es.
Tomemos el problema de un cuento, en adelante “el problema” :
Faruk llega a un oasis del Sahara montado en su camello.
Allí encuentra que 3 hermanos se hallan enzarzados en una pelea por el reparto
de la herencia de su padre recién fallecido que asciende a la inmensa riqueza
de 35 camellos. La voluntad de su padre
fue repartir la herencia en función de la edad de los hijos. Así el mayor
hereda la mitad de la fortuna, el segundo en edad hereda 1/3, y el tercero
hereda 1/9. Un camello es una gran fortuna, por lo que matar a uno de ellos no
es una opción. La disputa ha llegado a
tal nivel que los hermanos antes se matarán entre sí que renunciar a la vida de
un camello.
El problema de matemáticas enunciaría la cuestión como
“cuántos camellos ha de quedarse cada hermano sin matar a ninguno de ellos ( ni
caballos ni hermanos ) … te invito a alcanzar una solución. Es tu tiempo… inténtalo.
(…)
Este abordaje cae en la trampa en la que hemos crecido condicionados y en
la que usualmente nos enfrentamos en la resolución de nuestros problemas diario
: llegar a la solución a través del problema.
Se puede observar que en este caso no se puede alcanzar una solución
cumpliendo los deseos del padre y sin sacrificar ningún camello.
Y sin embargo el problema tiene solución… y no solo una…
sino múltiples… pero exige salir del problema y entrar en otra “altitud” o en
otra “profundidad”.
Un poquito más de tiempo para pensar?
(…)
mmmm.... no hagas trampas.... lo has pensado ?
(...)
UNA de las soluciones cuando sales del enunciado del
problema es la que Faruk propone que empieza por regalarles su camello. Si así lo hacen ya tienen 36 camellos, y la solución
es que se quedan 18, 12 y 4 camellos, lo que suma 34 camellos. Esto permite
devolver el camello a Faruk y premiarle con otro por su ayuda.
No es la única solución…
Otras de las soluciones podría ser quebrantar la voluntad
del padre, vender uno de los camellos, entrar en la necesidad de cada uno de
los hermanos quizás alguno de ellos odiase a los animales… soluciones todas
ellas que exigen levantar la mirada del
problema, verlo desde fuera Y desde dentro.
El problema como señal
El enunciado anterior esconde que uno de los hermanos no está interesado en los camellos pero muy
interesado en vengarse de una vieja rencilla de hermanos y desea más cobrarse la vida de uno de sus hermanos
que los animales. Esconde por tanto sus
propias heridas.
El abordaje del problema, según se ha enunciado en
principio, es limitado y limitativo de la solución. Desvelamos por tanto que no
nos hallamos ante un problema matemático, sino humano. Así “el problema” es
solo una señal, la solución ha de ser “más grande” y ha exigido salir del
enunciado matemático.
Los problemas que tenemos y los problemas que nos tienen
No tomar distancia del problema nos impide ni siquiera
contemplar que hay vida más allá “del problema”. No tenemos entonces un
problema… es el problema el que nos tiene a nosotros: Nos posee… se hace dueño
de todas nuestras rumiaciones mentales… nace el resentimiento… re-sentimiento…
una y otra vez… siente que te siente… una y otra vez. Anclados en el problema nos causamos sufrimiento, con la frustración del problema de matemáticas que no eres capaz de resolver, miramos al suelo, al pasado que es donde "los problemas" viven y al futuro que es donde acampan "los miedos".
Faruk bien pudo dejar sin resolver “el problema”, abandonarlo, y dedicarse a curar las heridas del
hermano herido junto a un te. La conversación que sanase pudiese haber tenido un efecto "palanca" sobre la realidad donde la solución al "problema" fuese una mota de polvo en una nueva realidad. Es
a esa nueva realidad a la que llamo “milagro”. En definitiva a la asunción de que “el
problema” no es el problema, tan solo un síntoma. Quizás el “milagro” resuelva
el problema… o quizás cuando se produzca el “milagro” sencillamente ya no
exista el problema.
Ah... por si crees que se me ha ido la olla y que espero a que una deidad venga a hacerme milagros ( como cuando mi hermana me hacía la tarea de matemáticas ), quiero tranquilizarte: Mis milagros me los fabrico yo. A veces haciendo... y otras sin hacer.
El tetralema
En la tradición judicial India antigua , allá por el siglo VIII antes de cristo, el Juez aplicaba el tetralema como método de análisis del "problema". De forma que:
- A tenga razón
- B tenga razón
- A y B tengan razón
- Ni A ni B tengan razón
La tradición budista aporta una quinta pregunta al tetralema, allí por el 200 antes de Cristo: ... que no exista el problema.
Así que en la tradición de la duda este modesto post plantea... "¿ el problema ? ¿ qué problema ? ¿ pero... había un problema ?". Y acudiendo a la sabiduría filosófica de un niño de Carabanchel... "puede que si... puede que no".
Si el título del post "la solución es independiente del problema" te parecía un desvarío ( espero que ya menos)... prueba con su corolario:
Alli donde los caminos y las vidas se ensanchen y los hombres sean libres de verdad
Hay problemas que no conviene resolver para que den origen a "milagros"
Alli donde los caminos y las vidas se ensanchen y los hombres sean libres de verdad