miércoles, 30 de diciembre de 2015

La solución es independiente del problema


Desde nuestros primeros problemas de matemáticas allá en nuestra lejana infancia nos crearon una creencia que dice que para alcanzar la solución hemos de analizar y resolver el problema. Tan lógico es esa aproximación que el título de este post te  ha de parecer, de nuevo, un desvarío.  Decía el sabio Manolito Gafotas que… “puede que si… puede que no”.

Que los humanos somos de pensamiento unidireccional  no es un secreto, que no vemos más allá de donde queremos mirar tampoco lo es. 

Tomemos el problema de un cuento, en adelante “el problema” :
Faruk llega a un oasis del Sahara montado en su camello. Allí encuentra que 3 hermanos se hallan enzarzados en una pelea por el reparto de la herencia de su padre recién fallecido que asciende a la inmensa riqueza de 35 camellos.  La voluntad de su padre fue repartir la herencia en función de la edad de los hijos. Así el mayor hereda la mitad de la fortuna, el segundo en edad hereda 1/3, y el tercero hereda 1/9. Un camello es una gran fortuna, por lo que matar a uno de ellos no es una opción.  La disputa ha llegado a tal nivel que los hermanos antes se matarán entre sí que renunciar a la vida de un camello.
El problema de matemáticas enunciaría la cuestión como “cuántos camellos ha de quedarse cada hermano sin matar a ninguno de ellos ( ni caballos ni hermanos ) … te invito a alcanzar una solución.  Es tu tiempo… inténtalo.



(…)

Este abordaje cae en la trampa en la que hemos crecido condicionados y en la que usualmente nos enfrentamos en la resolución de nuestros problemas diario : llegar a la solución a través del problema.  Se puede observar que en este caso no se puede alcanzar una solución cumpliendo los deseos del padre y sin sacrificar ningún camello.

Y sin embargo el problema tiene solución… y no solo una… sino múltiples… pero exige salir del problema y entrar en otra “altitud” o en otra  “profundidad”.
Un poquito más de tiempo para pensar? 

(…)

mmmm.... no hagas trampas.... lo has pensado ?

(...)

UNA de las soluciones cuando sales del enunciado del problema es la que Faruk propone que empieza por regalarles su camello.  Si así lo hacen ya tienen 36 camellos, y la solución es que se quedan 18, 12 y 4 camellos, lo que suma 34 camellos. Esto permite devolver el camello a Faruk y premiarle con otro por su ayuda.

No es la única solución…
Otras de las soluciones podría ser quebrantar la voluntad del padre, vender uno de los camellos, entrar en la necesidad de cada uno de los hermanos quizás alguno de ellos odiase a los animales… soluciones todas ellas que exigen levantar  la mirada del problema, verlo desde fuera Y desde dentro.

El problema como señal


El enunciado anterior esconde que uno de los hermanos  no está interesado en los camellos pero muy interesado en vengarse de una vieja rencilla de hermanos y desea  más cobrarse la vida de uno de sus hermanos que los animales.  Esconde por tanto sus propias heridas.
El abordaje del problema, según se ha enunciado en principio, es limitado y limitativo de la solución. Desvelamos por tanto que no nos hallamos ante un problema matemático, sino humano. Así “el problema” es solo una señal, la solución ha de ser “más grande” y ha exigido salir del enunciado matemático.

Los problemas que tenemos y los problemas que nos tienen


No tomar distancia del problema nos impide ni siquiera contemplar que hay vida más allá “del problema”. No tenemos entonces un problema… es el problema el que nos tiene a nosotros: Nos posee… se hace dueño de todas nuestras rumiaciones mentales… nace el resentimiento… re-sentimiento… una y otra vez… siente que te siente… una y otra vez. Anclados en el problema nos causamos sufrimiento, con la frustración del problema de matemáticas que no eres capaz de resolver, miramos al suelo, al pasado que es donde "los problemas" viven y al futuro que es donde acampan "los miedos". 

Faruk bien pudo dejar sin resolver “el problema”, abandonarlo,  y dedicarse a curar las heridas  del  hermano herido junto a un te. La conversación que sanase pudiese haber tenido un efecto "palanca" sobre la realidad donde la solución al "problema" fuese una mota de polvo en una nueva realidad. Es a esa nueva realidad a la que llamo “milagro”. En definitiva a la asunción de que “el problema” no es el problema, tan solo un síntoma. Quizás el “milagro” resuelva el problema… o quizás cuando se produzca el “milagro” sencillamente ya no exista el problema.

Ah... por si crees que se me ha ido la olla y que espero a que una deidad venga a hacerme milagros ( como cuando mi hermana me hacía la tarea de matemáticas ), quiero tranquilizarte: Mis milagros me los fabrico yo. A veces haciendo... y otras sin hacer.


El tetralema


En la tradición judicial India antigua , allá por el siglo VIII antes de cristo, el Juez aplicaba el tetralema como método de análisis del "problema". De forma que:
  • A tenga razón
  • B tenga razón
  • A y B tengan razón
  • Ni A ni B tengan razón


La tradición budista aporta una quinta pregunta al tetralema, allí por el 200 antes de Cristo: ... que no exista el problema.

Así que en la tradición de la duda este modesto post plantea... "¿ el problema ? ¿ qué problema ? ¿ pero... había un problema ?". Y acudiendo a la sabiduría filosófica de un niño de Carabanchel... "puede que si... puede que no".

Si el título del post "la solución es independiente del problema" te parecía un desvarío ( espero que ya menos)... prueba con su corolario:




Hay problemas que no conviene resolver para que den origen a "milagros"


Alli donde los caminos y las vidas se ensanchen y los hombres sean libres de verdad